Matsu
La bodega
Todas las familias de Toro tienen algún viñedo heredado desde hace generaciones. Esa conexión emocional que les une hace que les resulte imposible desprenderse de él. Para ellos el viñedo sigue siendo como un miembro más de la familia, al que cuidan con esfuerzo y pasión los 365 días del año de forma prácticamente artesanal. Pero este estilo de vida anclado en el tiempo está en peligro. Muchos viticultores quieren para sus hijos una vida menos sacrificada alejada del campo. Algo que está provocando la rápida despoblación de esta zona rural, con el riesgo de que muy pronto no quede nadie para continuar agrandando la historia de los vinos de Toro.
En Matsu siguen apostando por Toro, esta región vinícola única en el mundo. Para ello colaboran con pequeños viticultores, ayudando a fomentar la economía de la zona y evitar que una extensa cantidad de viñedos centenarios acaben abandonados o arrancados.
Raúl Acha
De entre los viñedos de extraordinaria calidad que abundan en la DO Toro, el Director Técnico de Matsu, Raúl Acha, selecciona auténticas joyas centenarias con las que se consigue una uva excepcional. Son cepas de entre 80 y 100 años de muy baja producción, cultivados según la tradición de no interferir en los procesos lógicos que marca la naturaleza. Esa filosofía milenaria, unida a unas condiciones climáticas privilegiadas, hacen posible que la viticultura que aquí se realiza sea prácticamente artesanal.
Fruto de ella Matsu obtiene cada año la Tinta de Toro, un tipo de Tempranillo que aporta una enorme personalidad al vino. Esta varietal se caracteriza por ser de una gran finura y muy aromática, con un color rubí muy característico y con escaso nivel oxidativo, lo que proporciona a un largo envejecimiento a sus vinos, que son el fiel reflejo de esta tierra y de las personas que la trabajan cada día.